Zeledón Guzmán, Néstor

Los elementos biográficos se dejan entrever en sus obras. Asimismo, y de una forma directa, el artista decidió realizar, en el año 2011, un tríptico autobiográfico en el que, a manera de apuntes tridimensionales, realiza un recorrido por los momentos más señeros de su existencia, empezando en el año 1933 de su nacimiento.
Otra faceta importante en la biografía personal es el de la formación artística y estética ya que tuvo que estudiar muy variadas cosas para enriquecer la escultura. Sin embargo, Néstor señala que don Manuel Zúñiga fue su maestro y en Bellas Artes, le enseñaron las principales técnicas escultóricas.
Íntimamente unidas a la personalidad de un artista están la temática y la materia prima utilizada, Néstor es respetuoso del material con el que trabaja, ya sea madera o piedra.
San Pedro, Santo Tomás de Santo Domingo, Quebrada Honda y Barva no son nombres de lugares, son los sitios en donde Néstor se asentó en diferentes épocas de su vida para crear, meditar y vivir. En Santo Tomás de Santo Domingo vivió Néstor Zeledón, compró la casita con mil dificultades y la arregló con mil esfuerzos. Circunstancias muy dolorosas hacen que Néstor deba abandonar el taller de Santo Tomás. Al verse obligado a marcharse de la casa de Santo Tomás, y en búsqueda de un nuevo espacio creativo, compra una propiedad en Barva y construye un gran galpón en donde vive actualmente.
Su obra didáctica, en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica, como profesor de escultura, a partir de 1962 y en la Universidad Nacional, posteriormente, fue esencial en el desarrollo de esta técnica en el país.
En 1961, ocho artistas costarricenses levantan su voz a través de un manifiesto y nace el Grupo 8, Néstor es uno de sus miembros.
La temática costumbrista inunda la obra del artista y es, indudablemente, documento de nuestra manera de ser y rescate del patrimonio. De la conceptualización política de Néstor, se destaca su labor como escultor de obra pública y monumental.
En numerosos de sus dibujos se pone de manifiesto la gráfica espontánea y poderosa de Néstor, así como lo hace con los trazos de la gubia que se caracterizan por una técnica gestual y una fuerte carga emotiva.
Numerosos premios durante su vida, siendo los principales el premio de Escultura en Juegos Florales 1965, premio Aquileo Echeverría en 1967, 1971 y 1976. Premio Magón en 1992